Resulta que fue un día en el que milagrosamente nos quedamos dormidos temprano él y yo (léase 2 am). A las 4 me desperté con una falta de aire preocupante y la jaqueca más grande que debo haber tenido en mi vida sin ingesta previa de alcohol. Me desperté y lo desperté y le conté la primer pesadilla que no me la acuerdo y era la mejor de todas. Lástima. Nos pusimos el pijama/yama y seguimos durmiendo.
A las 6 me volví a despertar: no le conté el sueño porque me daba verguenza y en el momento no sabía que conclusiones podían llegar a sacarse de él.
Yo estaba como en una cancha de football gigante en donde había un montón de gente conocida y yo tenía sexual intercorse con él y de repente estábamos rodeados de mi sangre, como en un charco de mi sangre porque él me había lastimado o algo pero a mí no me dolía ni nada. Sólo sangraba, pero igual estaba sonriendo y feliz (como el otro día que me pegaron un codazo en élmató y me sangró el labio y me reí mucho y no me dolió). La gente empezaba a acercarse, preocupada, pero a nosotros no nos importaba y seguíamos estando.
Me volví a dormir y a las 8 y pico otra vez me desperté después del siguiente sueño:
Yo estaba en mi club de cuando era chiquita, que tenía como una callecita que separaba un espacio verde de las canchas de tennis. En donde debería estar el espacio verde había canchas de football, y muchos amigos y parejas de distintas etapas de mi vida jugando. Las amigas mujeres estaban atrás en la pileta tomando sol (si, super sexista), y yo caminaba por la callecita. En un momento pasaba un avión a pocos metros de nuestras cabezas dando vueltas como por estrellarse. Y si, efectivamente, el avión se estrellaba justo detrás de la pileta, donde terminaba mi club y empezaba el de al lado. Y venía como una ola de lava y yo empezaba a correr por la callecita pero él y algunas de mis amigas quedaban atrás y yo me desesperaba y no sabía si ir para atrás para morirme con ellos o seguir corriendo y de repente la lava arrasaba conmigo también pero se convertía en una especie de lodo y no había nadie más por un segundo hasta que todos salían de abajo del mar de lodo a la superficie, y estaban vivos y me sonreían con el pelo y la cara sucios y nadie se había muerto.
